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Enfoque ético de la medicina del deporte

1. Ejercicio médico: el único propietario de la información que le afecta y es dueño de su destino es el paciente, en este caso el deportista. La estructura de la documentación, en especial de la documentación informática, debe haber sido aprobada por la Comisión Nacional de Informática. La medicina del deporte no es una medicina excepcional y las leyes de la ética, la deontología y la moral son de aplicación obligada en la práctica médica habitual.

2. El médico del deporte debe ser independiente del deportista y de su entorno, sea éste el patrono (del deportista o del médico), el entrenador o el preparador físico. No obstante, el médico del deporte debe tener un contrato o un acuerdo debidamente establecido en el marco de su función que precise las responsabilidades respectivas y que garantice su independencia. Para ello, debe haber recibido una formación inicial suficiente durante sus estudios universitarios, completada por una formación continua que se considera de obligada necesidad y que lleve al reconocimiento de su competencia.

3. En cuanto al dopaje, el médico debe oponerse a tales prácticas y aplicar todos los medios posibles para prevenirlas, detectarlas y luchar contra estas desviaciones que no sólo falsean la moralidad de la competición, sino que suponen un riesgo para la salud del deportista.

4. En cuanto al SIDA, la prevención del riesgo de infección preocupa a las autoridades. El médico del deporte debe participar en esta tarea y no vacilar, aunque protegiendo siempre el secreto profesional, en prohibir la participación de los deportistas seropositivos en las competiciones. De hecho, ciertas federaciones disponen ya de normas precisas al respecto. Es deseable la detección sistemática y "anónima".

5. Cada vez es mayor el número de jóvenes que participan en competiciones de alto nivel, lo que plantea el problema de la compatibilidad de esta práctica con el desarrollo armonioso de su cuerpo y su crecimiento normal. Por tanto, debemos determinar, en el marco de las distintas disciplinas deportivas, la edad de inicio de la actividad deportiva, la de comienzo de la especialización y, por último, la de comienzo de la competición. De este modo, se definirá mejor el problema que afecta al desarrollo del niño y al porvenir de su participación en el deporte de que se trate.

6. La determinación cromosómica del sexo puede ser necesaria en ocasiones en nombre de la equidad en el deporte, pero puede plantear problemas relacionados con la protección de la intimidad del deportista.

7. Los estudios en deportistas exigen investigaciones cuyo objetivo es la evaluación de sus capacidades (pruebas de esfuerzo) o determinar la existencia de ciertos procesos, particularmente en relación con las vías metabólicas. Sea cual sea el objetivo de estos estudios, todos ellos deben ir precedidos de una información seria y completa sobre sus efectos potenciales, tanto positivos como negativos, tanto más por cuanto los sujetos investigados son personas sanas a priori. No parece inútil recordar de nuevo a este respecto la necesidad de utilizar materiales fiables en función de los grados de esfuerzo a que son sometidos los deportistas.

8. Los médicos no son los únicos profesionales que intervienen en el entorno del deportista, pero la legislación sanitaria les atribuye sólo a ellos la responsabilidad de toda acción de salud aplicada a terceros, tanto en el campo de la terapéutica como en el de las exploraciones funcionales con fines diagnósticos o de investigación. Por lo tanto, debemos procurar adoptar las medidas oportunas para eliminar cualquier forma de charlatanería o de ejercicio ilegal de la medicina. Es preciso garantizar la calidad de servicio a los deportistas de todos los niveles, desde la alta competición hasta la práctica de los deportes de masas. De este modo podremos contribuir al desarrollo del individuo sin correr riesgos desproporcionados, respetando al tiempo los imperativos de libertad y dignidad. La ética de la medicina del deporte se corresponde con la ética médica general y se basa en los cimientos que deben regular las relaciones entre los seres humanos.

Estos apuntes se publicaron en Science & Sports 1998;13:189-92.

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